Por: Marisuip

Una tarde con las actrices de Jappy Hauer, la nueva obra del Teatro R101. Mónica Giraldo, Cecilia Ramírez, Ella Becerra y Martha Sáenz

En una tarde lluviosa de Bogotá, de esas que sí parecen de nuestra ciudad y no robadas de un extraño lugar, en el Café del Teatro R101, me reuní con las cuatro actrices encargadas de darle vida a Nicole, Milena, Adelaida y Carolina, las cuatro meseras que se han robado el show teatral en la ciudad. Estas cuatro encantadoras mujeres nos contaron un poco sus propias tribulaciones y cómo fue el camino recorrido para llegar hasta este momento artístico en el que cada una se encuentra.

Echando Lápiz: ¿Cecilia, Por qué decidió dedicar su vida al teatro?

Cecilia Ramírez: (suspiros) Porque no me imaginaba haciendo otra cosa, (risas) ¡Es verdad!... desde siempre, desde chiquita lo supe, entonces me metí al grupo de teatro del colegio, me gustaba mucho encerrarme en mi cuarto a jugar a actuar; así que cuando me gradué, no tuve más opciones; aunque mi mamá siempre me decía “está bien, estudie teatro, pero estudie otra cosa”, y lo intenté, intente estudiar diseño de modas, diseño visual, pero la verdad era que siempre el teatro me halaba. Me gusta mucho actuar, porque es el lugar donde puedo hacer cosas que en la vida real no soy capaz de hacer o decir; el teatro me llena de valor, en el escenario no me da miedo la gente.

EL: ¿Mónica, cuéntenos cuál es el tipo de obra en la que le gusta actuar?

Mónica Giraldo: Comedia

EL: ¿Por qué?

MG: Primero porque yo me divierto, como actriz me divierto mucho; segundo porque creo que al público colombiano le entra uno más por la risa que por el drama; el drama lo conmueve, pero donde realmente tiene una experiencia es en la comedia; tercero, por el efecto de distanciamiento, es decir, cuando tú como espectador te ves involucrado emocionalmente con una escena y no tienes un momento de distancia, es más difícil que analices realmente cuál es la crítica que se está haciendo, cuál es el mensaje que se está llevando, simplemente te involucras y tomas partido; la risa y la comedia dan un poquito de distancia donde tú puedes ver un panorama de cuál es el tema que se está tratando, cuál es el mensaje que se está entregando y permite crear en la cabeza un discurso y una posición. Creo que la comedia es una manera muy inteligente de dar mensajes duros, por eso me encanta.

EL: Ella, en su opinión, ¿qué hace a un buen actor?

Ella Becerra: Yo creo que es una combinación de factores. Hay gente que tiene talento natural y por lo tanto no necesita mayor preparación, pero creo que un buen actor lo hace el deseo de serlo, una formación que le permita potencializar todo su aparato expresivo, es decir que técnicamente pueda desarrollarse al máximo, quitarse el miedo, debe ser alguien capaz de escuchar, de trabajar con el otro, de comprender otras maneras de pensar, de sentir, de vivir y, sobre todo, alguien que disfrute estar en el escenario.

EL: ¿Cómo han sido las relaciones entre ustedes en el proceso de creación de Jappy Hauer?

Martha Sáenz: Para mí ha sido un proceso de aprendizaje total, porque son tres monstruos en escena, con una tremenda experiencia teatral, con montajes profesionales dos o tres veces por año; para mí es un orgullo el poder aprender de ellas, ha sido un honor poder estar con estas tres actrices en escena.

EL: ¿Cómo fue la llegada al R101?

CR: ¿La historia larga o la historia corta? (Risas) Yo he tenido quizá tres etapas en el R. La primera fue recién me gradué, yo estudiaba con Álvaro Franco, que era parte del teatro, y Hernando Parra me conoció y me llamó para que hiciera un remplazo en una obra que se llamaba “El entierro”. Tres años después me llamaron para que interpretara un papel en “Mi Lucha” porque una actriz se iba y regresé como actriz invitada, y luego ya al ver los ideales del R y cómo todo el proyecto había madurado, me quedé como actriz de planta y fue cuando arrancamos con La Bienvenida.

MG: De hecho fue mi primera experiencia con el teatro, cuando yo estaba en la universidad, una amiga estaba tomando clases de teatro y me preguntó si quería ir y yo acepté encantada. Descubrí un mundo maravilloso, en el que podía saltar, jugar a la lleva, sentarme en el piso. Los profesores de esa clase eran Felipe Vergara y Hernando Parra, los directores del Teatro R101; en ese momento estaban dirigiendo la clase de teatro de la Universidad de Los Andes, que se llamaba Teatro Kínder. Yo empecé el taller mientras seguía en mi universidad, dos meses después Felipe y Hernando se me acercaron y me dijeron que si quería hacer parte del equipo de profesionales, eso fue hace doce años, yo sin pensarlo dos veces grité y dije que sí, ellos me dijeron que lo pensara, en ese momento se estaba montando La Farsa de los Tenebrosos y el compromiso tenía ser mínimo de un año y medio, que era la duración del proyecto. Yo he pasado por muchas etapas del R, cuando teníamos que ensayar en las noches en los parques y golpear en las universidades a ver quién nos abría para poder ensayar; nuestra primera casa, en la 49 con 17, era horrible, pero era suficiente. Llegaba temprano, la barría, la enceraba, organizaba la ropa de mis compañeros, hacía tinto para todo el mundo. Luego conseguimos esta casa, me tocó la papa caliente de administrarla durante dos años, pero ya poco a poco el teatro, afortunadamente, se fue especializando, zapatero a tus zapatos, yo no sé administrar, aunque lo hice de muy buena fe y organicé muchas cositas, pero desde que yo me pude dedicar a ser actriz soy la mujer más feliz del mundo.

EB: El R101 ha venido consolidándose en Bogotá como una propuesta de teatro contemporáneo muy seria y muy interesante, yo empecé a oír del R, a venir al R y me empezó a parecer atrayente la propuesta, conocí a la gente que estaba alrededor del teatro; que fueron vinculándome, más que todo a nivel personal. Empecé a dictar unos talleres acá, usando la infraestructura del teatro y ahí me conecté más y tuve la oportunidad de que me invitaran a participar en Jappy Hauer.

MS: Bueno, (risas) esa es una historia muy larga. Yo desde pequeña empecé a tener una necesidad de pertenecer, de encontrarme; no sé qué era lo que yo necesitaba, si una guía o un camino, pero yo no encontraba nada que me convenciera. Yo me gradué del colegio y seguía en las mismas, empecé a estudiar en la universidad, pero no me encontraba con nada. Intenté muchas veces entrar a los taller de iniciación teatral que dictaba el R, pero siempre o habían empezado o ya no habían cupos o se me cruzaba con el trabajo y nunca podía. Ellos habían empezado como dos meses atrás, y yo dije “pues no importa, yo voy a ir a ver qué pasa” eran los sábados a las dos de la tarde en el Torreón, en la pedagógica, yo llegué, estaban dos niñas que estaban haciendo el entrenamiento; yo les comenté y me contestaron que hablara con el director. Ellos entraron, ensayaron y yo me quedé dos horas y media afuera esperando a que llegara el director, entonces llegó este personaje “chiquitico” (risas) y yo le conté; me dijo: “haga una acción” y luego me dijo: “ahora póngale verbos, inicio, nudo y desenlace… sujeto, verbo predicado. ¡Nos vemos dentro de ocho días!” Yo llegué a los ocho días con la tarea y cada ocho días él me iba dejando una tareíta hasta que se terminó el año y seguimos así por un largo tiempo. Cerca a Mayo él me dijo que entrara al Torreón, al grupo, eso para mí fue… (Suspiros entrecortados), estaba muerta del miedo. Con el tiempo yo me volví la asistente de dirección general, hasta que llegó el momento en el que Hernando y Ramsés me llamaron y me preguntaron que si era en serio que yo quería hacer del teatro mi vida; me dijeron que necesitaban una actriz, pero yo les contesté muy nerviosa: “Pero es que yo no soy actriz, lo seré en algún momento, pero no ahora” —aún se sonroja y se le iluminan los ojos al recordar ese momento— ellos me dijeron que me iban a educar actoralmente, que iba a tener mis tutores y lo necesario, pero que tenía que renunciar a mi trabajo, yo era profesora en un colegio, y yo sabía que si aceptaba tenía que hacerlo, tenía que internarme acá, en ese momento estaba empezando el montaje de La Bienvenida. Hice una prueba para que el grupo decidiera si yo entraba a hacer parte de éste o no, pero nunca pensé que me fueran a decir que sí. ¡Yo renuncié a una vida que había construido, por algo que realmente quería!

EL: ¿Cómo es la creación de un personaje? Cecilia, por ejemplo en el caso de Milena, su personaje en la obra.

CR: Eso depende del personaje. Es un proceso distinto y a uno le llega distinto. Por lo general a mí me gusta explorar la parte interna, no me preocupo tanto por el físico, ni cómo camina, ni cómo habla, ni cómo se mueve, sino por lo de adentro; me gusta escribirle la historia y hurgarle lo que le duele, lo que le gusta, ese mundo interno es lo que trato de hacer primero ¡siempre!, por ejemplo, en Jappy Hauer hay personajes rápidos que sí se construyeron más a partir de la forma. En el caso de Milena, (risas) me dicen que ella se parece mucho a mí y me pegué mucho de eso, me senté a pensar, —bueno, en qué se parece a mí— y pues sí ella es “rabona” (carcajadas), también nos parecemos en que ambas tenemos miedos, entonces hice la comparación y lo que había en mí para ella, los miedos de ella quizá son más grandes de los que yo tengo, pero pues… ¡Los tengo! Igual yo creo que cada personaje tiene un montón de cosas de uno, eso a mí, particularmente, me ayuda mucho.

EL: ¿Cómo es trabajar con dos directores?

EB: Muy interesante, porque aportan mutuamente puntos de vista, amplían las posibilidades y luego llegas a un punto en el que lo que no le entiendes a uno, tal vez se lo entiendas al otro. Ha sido un proceso muy exigente; muy exigente porque, ¡claro!, es una búsqueda conjunta, ellos desde su punto de vista y nosotras desde el nuestro; ellos tratando de resolver situación, de resolver escena y nosotras tratando de encontrar la manera de estar en la escena. Ha sido un proceso de trabajo conjunto que me parece muy positivo, en la medida en cada uno está en lo que le compete, en lo que tiene que trabajar y tiene una visión muy específica del espectáculo y en esa medida sabe exactamente qué tiene que ofrecer. Además creo que tampoco es fácil para los dos directores, ponerse de acuerdo y pesar los conceptos hacia dónde van y qué quieren del espectáculo, pero creo que en este caso, Hernando y Ramsés lo logran muy bien, se respetan muchísimo y esa es una de las cosas que me ha encantado del trabajo en el R; hay un respeto por el actor, por el director, por la persona que está en la cabina, porque cada uno está haciendo un trabajo valioso para los demás y, en esa medida, a mi modo de ver, el resultado puede dar fe del buen proceso de trabajo que se hizo.

EL: Y para terminar, ¿Si no hubieran sido actrices, qué otra profesión hubieran escogido?

CR: A mí me fascina el diseño de modas, creo que es un poco una frustración que tengo, tal vez si no hubiera sido actriz, hubiera sido una gran y famosísima diseñadora de modas. Estaría trabajando al lado de Silvia Tcherassi. (Risas)

MG: ¡Ja ja ja! Si no hubiera sido actriz, y mis papas me hubieran metido de dos años a clases, hubiera sido bailarina, ¡Artista!

EB: Mmm… (Pensativa) ¿Si no hubiera sido actriz?... creo que ahora podría hacer cualquier otra profesión, después de haber sido actriz, pero si no hubiera sido actriz me hubiera frustrado muchísimo, hubiera sido una persona totalmente encerrada en sí misma, incapaz de comunicarse, incapaz de disfrutarse con los demás. Yo era supremamente cerrada, me costaba muchísimo trabajo relacionarme conmigo misma, como ser humano, y con los demás. A mí la naturaleza me gusta mucho y adoro los animales, quizá no hubiera sido veterinaria, pero si de pronto bióloga o ingeniera forestal, no sé… algo que tuviera que ver con la naturaleza.

MS: Yo lo he pensado, a veces me despierto pensando “y si no, ¿qué hago? ¿Qué otra cosa puedo yo hacer con mi vida?” Quizá comerciante, algo que tuviera que ver con importar y exportar, con comercio. ¡Raro! ¿No?

Y así, después de unos cuantos tintos, bajo el arrullo de los usuales ruidos de la casa que recibe a todo el equipo del Teatro R101, concluimos una tarde entre escenarios, telones y llovizna.

JAPPY HAUER, dirigida por Hernando Parra y Ramsés Ramos, es una comedia atrevida y contundente. Un espectáculo impregnado de humor negro y cruel que centra su mirada en la mujer colombiana y en el subempleo.

En temporada en el Teatro R101 hasta el 29 de mayo de 2010.



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